Tío, ¡eh, mírame cuando hablo!, sé a lo que estás
jugando y conozco perfectamente el resultado de tu vacile. Y, a la vez, sabes
con quién estás hablando y conoces absolutamente mi habilidad para
hacer desaparecer a capullos como tú.
Así que, ya sabes, cuando me dé la real gana puedo
partirte la cara.
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