El titulito

(Un excéntrico que pregona) 

- Sobre cada una de las curvas de la tierra he patinado estrepitosamente en un asfalto tan seco, que el recuerdo es la burla de mi propia sombra. He sido la caricatura de otro tiempo, digno estandarte de la pasión por la inmundicia en la renuncia por un cadáver, que bien podría ser cubierto en plata. El oro envidia mi fortuna... Poseo, sin embargo, la herida abierta en la proclama republicana y mis gritos a cuatro vientos. Mi condena miente mal cuando se vende cara en alguna esquina. ¡Estoy cansado de mi inercia inerte! ¡Estoy cansado de mi inercia inerte! Mi don del desacato, mi formación en las artes y mi eterno amor por la prole me conducen en el poder cuando mana mi cuerpo. Por fortuna, tengo la voluntad de ceder mi responsabilidad al servicio de todos. Sé que bajo mi verdad seréis libres, mis amados, mis pacientes. Tras de mí se esconde el consuelo. Soy el espejo del hombre enfermo, el reflejo de dos mundos... La espalda sobre la que recae la mayor cruz de Jesucristo. El hambre y la sed... ¡El hambre y la sed! ¡Ay de aquel enfermo sin nada! No merece perdón olvidar el suplicio de la necesidad. El convaleciente solo quiere llenar su boca. Pero el hombre sano, el que radia la amabilidad desecha por el interés constante, necesita... ¡El sí que necesita el camino de mi herencia! Soy el vicio, y como tal, exijo hombres aproximativos. ¡No culpabilizo vuestro temor en mi figura flagelada por la esperanza! ¡Os amo! Pero no quedan más que fantoches que arrastran sus pies sin vicios. Yo digo que la búsqueda del hedonismo es la cumbre de la propia muerte. Solo quedan vivos y nosotros queremos tumbas santiguadas sin clavos. Es él, el pobre de interés quien, con su lamento, rodea nuestros cuerpos con cadenas. Queremos la libertad de gula para que no vuelva más el hambre. El hervor de nuestra sangre nos conducirá en el camino de nuestra sed. ¡Y yo sé que es la hora de educar! Yo haré que los niños beban coños y coman tetas. Yo haré de su intelecto el producto jocoso para ser exprimido. ¡Yo enseñaré la felicidad en mis libros de secundaria!