Y, oye, ¿qué más da? Tan campantes. ¡Aún tenemos la verdadera furia expañola! Por ejemplo, mi amigo (y, sin embargo, comandante) Alejandro Jalón el próximo año lucirá virilidad maña en centroeuropa. Como buen alumno emérito hará papilla al resto de orgasmus.
¡Claro que sí!
Cayó una piedra en el estanque y no hizo ningún daño.
Decía, algo así, John
Stuart Mill que la experiencia es un incesante sonar de alarmas.
Todos sabemos que el
pueblo soberano se la coge con las dos manos al primer fulano que pasa haciendo
vanas promesas (y cosas peores, también). Todos sabemos que el pueblo soberano
se pone en pompa ante cualquier bomba lapa lanzada por el gualtrapa que les
atrapa la mollera con bolleras o capullitos de primavera. Todos sabemos que el
pueblo soberano es tan ufano en su pretensión de superpoblar la nación
interplanetaria del planeta fractal más lejano que se emperra en humillar con
insultos estultos al primo cercano bonachón y humano.