miércoles, 27 de febrero de 2013

La chincheta quebrándose en el aire...'Ad Hominem': Los 15 Arcángeles Definitivos.


1) Bob Dylan - Time out of mind (1997).



2) Carlos Gardel -Yira, Yira. (Letra y música de Enrique Santos Discépolo).



3) The Rolling Stones- Exile on Main St. (1972).



4) Joaquín Sabina -19 días y 500 noches (1999).



5) The Beatles -Revolver (1966).



6) Andrés Calamaro- El Salmón (2000).



7) David Bowie - Station to station  (1976).



8) Serú Girán - Bicicleta (1980).



9) Lou Reed - Berlin (1973).




10) Enrique Morente y Lagartija Nick - Omega (1996).



11) Leonard Cohen - I' m your man (1988).



12) Silvio Rodríguez - Al final de este viaje (1978).



13) Tom Waits - Heartattack and Vine (1980).



14) Triana - El Patio (1974).




15) The Clash- London calling (1979).




La flauta de Pan...Ad Hominem: Los 15 Discos


En las batallas entre la cabeza y el corazón acabo dejando que el corazón me guíe. Él sabrá lo que hace. Además, reconoce que es voluble y que cambia de opinión cada día, mientras que la cabeza suele morar en cándidas nubes de permanencia. Dejémosle el control encefálico al ego infinito de los críticos profesionales: viven de ello (aunque no vivirán eternamente). Quizás no hay muchas entre estas obras de las que objetivamente pusieron patas arriba el Mundo, pero yo sólo puedo hablar del mío. En esta romántica tesitura pretendí que ganara la pulsión democrática que subyace al sonido, especialmente tras la transmisión virtual, en lugar de la pulsión avariciosa, indie-ustrial  de querer guardarse los descubrimientos para uno o clavarlos a veinte pavos. Ahora bien, escribir comentarios para justificar las elecciones sería prácticamente contar mi vida en un blog, y a tanto no llego.

El único criterio no cabalístico es el de no repetir artistas. Se haría tan monótona... Por lo demás, todos los grupos seleccionados (excepto los números 8, 9, 10 y 13) han realizado antes o después al menos una obra más redonda, pero no más densa.



1
"Arcano 0"
Aqualung (Jethro Tull)


2
"Nacimiento"
The Yes Album (Yes)


3
"Extinción"
Diamond Dogs (David Bowie)


4
"Nacimiento"
Lizard (King Crimson)


5
"Extinción"
A Saucerful of Secrets (Pink Floyd)


6

"Nacimiento"
The Freewheelin’ Bob Dylan (Bob Dylan)


7
"Extinción"
Forever changes (Love)

8
"Nacimiento"
Shine on brightly (Procol Harum)


9
"Extinción"
First Utterance (Comus)

10
"Nacimiento"
Songs of Leonard Cohen (Leonard Cohen)


11
"Extinción"
The Lamb Lies Down on Broadway (Genesis)

12

"Nacimiento"
Rubber Soul (The Beatles)


13

"Extinción"
Rust in Peace (Megadeth)


14

"Nacimiento"
Al Final de este Viaje (Silvio Rodríguez)


15
"Extinción"
A Night at the Opera (Blind Guardian)




Mañana seremos otros. Pero, como diría el bueno de Brassens (cuya exclusión será una de las vengadas en la próxima sección de Outtakes), "tu menor reincidencia aboliría el encanto".

Sólo un tipo de reincidencia es bienvenida: las listas recónditas del espectador.


Juego y distracción [Bocados Breves (LXXV)].



Conjugabas en condicional los caprichos dudosos de tu escasa moralidad: fingías tragedias o triunfos de guerra afligiendo a tu soldado con los dardos sadomasoquistas de tu neumático cuerpo imperial.

Desconocías por completo ese amuleto totémico llamado Don de Fluir tan parecido al atributo genial de la humildad: como toda mujer eras un animal descarnado de cabellos largos e ideas cortas.


Fuiste tan imbécil que al salir disparada del piso te irritaste con el trajín de Fuencarral y al cruzar sin mirar hacia la Glorieta de Quevedo aquel Mini acabó contigo. 

IX. Desmoralización civil y otras inquisiciones.


La pedagogía reglada por el código axiomático presente conforma la estructura divisional-simbólica de los valores culturales esquematizados en el eterno discurso mayestático del conflicto político socio-económico.

En la medida en que los hechos yacen como si el individuo por intención-reacción hubiese transmitido una impresión determinada, somos conscientes de que nos podría salvar nuestra condición redimida si adoptáramos una pragmática actitud funcional para proyectar la compresión eficaz del que prevalece intacto en su ejercicio.

Por ello, sabemos que si cada cual se ocupara de mimar su huerto, el mundo sería un vergel.



martes, 26 de febrero de 2013

La escoba (I)

Tu colmillo tiene hambre
aunque lo recubras con hollín de seda,
vendido encierro en hilos
impiden tu boca abierta.

Luego ladra tu suficiencia
en el significante óxido,
desde viejas costumbres
a recortados hábitos.

Viniste tarde con el rock
para vestirme de mierda.
Ahora dirán que tu dolor
no lo gasté en condenas.

lunes, 25 de febrero de 2013

Introducción y Saludos

Dos pescadores vuelven a casa tras la faena. Esteban es un pobre tuerto enredado en el vicio. Fran no tiene dónde cavar el hoyo. Ambos se dejan caer en un banco del muelle salpicado por las olas.

F- Aún hay rato para la intromisión de anécdotas en la jungla que conmuevan aguas en el pacífico.
E- El mar está quieto.
F- Entonces habrá para veredas de oleaje fúnebre.
E (Se incorpora) - Hace tiempo que nos falta pan. ¡Qué asco! El mar no dejará de ser mar, ¿lo entiendes? (Estornuda en su mano, la restriega por su pantalón)
F- Toma (Ofrece un viejo pañuelo con premura para continuar la conversación. Estaban lo acepta). Discernir lo malo de lo peor es el arte del neo... El neo-optimista. Considerar que nada se ha perdido es el refugio de algún necio cobarde...
E- (Olvidándose de su compañero se incorpora. Con arrogancia)  Algún día seré mar, para mecer la solución y ahogarla tras años de sueño.
F- Esteban, si tuviéramos el poder engañaríamos a la suerte para guardar reacios la lección, en cuánto nos perdieramos en la noche. Sería mágico sonreír de tú a tú a la vida.
E- (Saca un catalejo del bolsillo interior de la chaqueta) Que entren los bastardos que buscáis oro en el culo de Lawrence.
F- ¡Bienvenidos! ¡Bienvenidos! ¡Bienvenidos!

(Una ola rompe sobre el muelle. Esteban cae al agua entre gritos. Fran se aferra a la baranda con fiereza)

Ninguna premura en la salutación, traerá la fe por la identidad. Solo la interrupción del elemento aferra al sujeto a la incredulidad ardiente. El rechazo posterior construye el mecanismo fluido que media en la superestructura. La red extensa condenada a la movilidad sin frenos ni paréntesis. Una rueda que conlleva la propia muerte, acelerando la construcción del individuo, solo conlleva el recurso del azar en sus engranajes.

¡Bienvenidos entonces al cabaret!


domingo, 24 de febrero de 2013

La Flauta de Pan: El que avisa no es traidor


"Gut bai. Ai lob yù. wot e plechiur tu bi guit yù. Ai espic guit yù tumorrou. Quises."
Alejandro Jodorowsky1






En estos tiempos timoratos en los que el paroxismo es la única salida, no hay más que preguntarle a cualquier aborregado viandante para obtener un vertiginoso, un mareante:

-"Yo escucho un poco de todo"

Analicemos esta frase. "Un poco de todo". Ajá, qué tipo más interesante. Bob Dylan hubiera respondido "escucho todo de un poco" y acto seguido se hubiera dedicado a abrumarte con datos sobre el meñique izquierdo de Woody Guthrie, para quitarte de la cabeza esa otra canción tradicional irlandesa que te ha sugerido su último hit. Lennon hubiera replicado "escucho todo de todo" y te hubiera soltado un rollo gafapastil sobre una conspiración cocainómana de la CIA para evitar que el disco de las vírgenes  ganara el Premio Stockhausen y, por qué no, el AVN. Ian Anderson, por el contrario, hubiera escupido un "escucho un poco de un poco", eufemismo de "tengo cosas más importantes que hacer" y te hubiera invitado a cazar perdices el domingo. 

Pero, ¿"un poco de todo"? ¿Qué quiere esto decir? ¿Escasa dedicación diluida entre la inabarcabilidad de lo existente? ¿Exiguo interés filtrado por las rendijas del techo de la homogeneización del gusto? ¿En qué se ha convertido escuchar música cuando se escucha "un poco de todo"? ¿En una pose en el microcosmos del grupo de amigos, un corpus de vano enciclopedismo, una aceituna en el martini, un pijo divertimento cuyos bufones no merecen remuneración sino cuando vienen a entretenernos a festivales y guateques varios? ¿Dónde quedaron el orgullo de barrio, la inquietud por tonalidades y acordes y no sólo por la producción, la feliz concordancia entre las actitudes macarras de las estrellas y la mentalidad de su época ?

"Un poco de todo" es la forma elegante de decir "no tengo ni puta idea". No hay canon, ni analógico ni digital. Los mismos escalofríos, es decir, ninguno, nos produce el grupo de reggae de la esquina que la Marsellesa, porque cuando conocimos la segunda lo hicimos bajo el pérfido mestizaje de Gainsbourg en lugar de, como es natural, descubrirla en los Beatles.

Mi amigo, Maestro, confidente, amante, abuelo y tortillólogo personal monseñor Viceversa y un servidor hemos decidido, muy a nuestro pesar, calarnos las boinas una vez más y salir ahí fuera a poner un poco de orden. No tenemos ego, no tenemos estudios, no tenemos coche propio, no tenemos perdón de Dios, no vivimos sino para la admiración de lo ajeno, pero no hemos podido evitarlo: Harold Bloom estaba ocupado. Las clases de geografía lo tienen muy liado. Las que recibe, claro. 

Ha llegado el momento de poner nuestro colosal conocimiento en manos del pueblo.Automatic for the People. Próximamente, en sus pantallas, la objetividad. Próximamente, los treinta mejores discos de la historia (quince y quince). Y luego, una cachonda selección de outtakes y tomas falsas, sin desmerecer por ello la acepción kantiana de lo Sublime, ¡qué flipe!.

Empezará este miércoles. Pero no desesperen. Siéntense, desabróchense las botas y acepten de buen grado un dulce aperitivo.


sábado, 23 de febrero de 2013

Un día redondo




Somos como esferas, amigo mío, que crecen, se expanden, se dilatan en el cosmos. El exterior es negro, pánico, gélido, y, sobre todo, ignoto. Cuanto más caminamos, más aprendemos, más vivimos, tanto más voluminosos nos hacemos, más terreno le ganamos a lo desconocido... O eso parece.

En realidad lo que sucede es que cuando somos pequeños, cuando sabemos sólo una cosa o quizás un par, el contacto con lo ignorado que mantienen nuestra superficie, nuestros rostros, nuestra piel expuesta, es también mínimo. Por eso los enanos sobre los que cantaba Sabina, aquellos que guían su vida en función de un libro, una página, una palabra, saben todas las respuestas. Por eso la posición fetal es la más cálida.

Por regla de tres, cuando nuestro redondel de sabiduría tiene el tamaño de varios soles es imposible no acabar calado hasta los huesos de borrascas espaciotemporales, pedradas meteoríticas, hielo interestelar. Lo desconocido, lo oculto, se contempla entonces con perspectiva. Cuanto más ha crecido uno, más le salta a la vista la práctica infinidad de la antimateria.
Y entonces, más se socratiza uno. Que no democratiza.

Las grandes cabezas no han alcanzado tales proporciones por un exceso de calcio o de uranio radiactivo. No, amigos, están rellenas de sabiduría. Y seguirán creciendo hasta quizás un día elevar vuelo rumbo a la estratosfera, como globos al viento. Otra cosa muy distinta es que para iluminar al resto del rebaño deban adoptar, como los reyes filósofos de todos los lares y épocas, una distancia aristocrática, un populismo calculado, una seguridad en sí aparente.

Debemos ser conscientes de que no podemos juzgarlos como a los demás. Que sus errores serían nuestros aciertos. Su popó nuestra papilla. Su sonrisa elegante nuestra boba carcajada.

Hay formas, en resumen, de reconocer a uno de ellos a simple vista. También a simple lectura. Lean, amigos, lean a nuestro venerable Abuelito. No llegó a venerable por viejo, precisamente.

viernes, 22 de febrero de 2013

Général panique.


Morante,
samurái pánico
como el delirio trashumante
de la próstata de Picasso.


VIII. Desmoralización civil y otras inquisiciones.




Hay demasiadas ratas carcomiendo a la tripulación que aún queda en el barco en astillas. Y, lo que es aún peor, infinitas víboras que abjuran de su fervoroso cainismo tomándonos el pelo con milagreras buenas nuevas.

Tensar la piel sin curtir del tantán que avienta el rito sin mito ni tribu en colación a un fin sublime trasplantado a la virtualidad de los tiempos, sólo nos lleva de la mano al abismo en el  psicopompo de la isla de Patmos.

Lejano se otea en el horizonte la figura de un nuevo Eric Hobsbawm para las fauces de posibles reinvenciones por la tradición cimentada en valores y fraternidades como unidad de destino.

La diadema agraviada

 (escrito y estrenado en el segundo recital de Madre, que en paz descanse)

Desde que nos mudamos, en días más felices y sencillos, a la casa, y recogimos un poco el polvo y la suciedad del parqué, no ha parado de traicionarme, aunque ella lo niega siempre que lo preguntas, y te mira con esa ausencia que tienen sus ojitos. Trataba de regresar de imprevisto del trabajo, para descubrirla con alguien al lado, tras oírla gemir y gritar detrás de la puerta, tras oírla proclamar el nombre de nuestro Señor más que en vano. Entonces abría de un portazo, perdía, es cierto, un poco los cabales, y luego me veía obligado a cambiar las sábanas, a lavar toda la sangre, a tirar al contenedor de basura los restos mortales y a tratar de consolarla y ponerle alguna que otra tirita o hacerle algún que otro torniquete. Y luego le pedía perdón una y otra vez, porque me sentía enormemente culpable y porque no soportaba la idea de que un día se fuera y me dejara por otro. Pero nunca pasaban un par de semanas sin que volviera a ponerme los cuernos, y yo volviera a perder los estribos, y ella llorara desconsolada con la cabeza debajo de la almohada.

Empecé a plantearme, ya que la situación era insostenible, ya que ella no dejaba de mentirme, ya que los vecinos podían estar observando, si es que había cerca algún sitio al que ella pudiera escapar, algún bar donde ella se los ligara fácilmente, o, como dicen por ahí, promiscuamente, de una forma que me resultaba dolorosa de imaginar, y luego pudiera llevárselos a la cama con una rapidez brutal antes de que yo volviera, y me lo planteaba porque en un par de ocasiones tuve la necesidad de volver a las dos horas de haber empezado a trabajar, para comprobar que no lo estaba haciendo de nuevo, y me los encontraba ya en casa, a veces con ella tomando algo, otras con la tele puesta, o en ocasiones ya juntos en la cama, y yo me preguntaba cómo diantres eran tan rápidos, como diantres estaba ella tan necesitada como para hacerme eso a mí, que en la graduación del instituto le regalé una diadema bañada en oro.
Los meses se siguieron, y los golpes y los gritos también, y así hasta hoy, y he dejado de ver a la casa como un nidito de amor y he empezado a verla como un agujero de mal rollo, sobre todo después de aquella noche en la que quizás me pasé un poco y ella acabó teniendo que guardar cama durante un tiempo, que aún dura.

Y, por más que lo hablo o discuto con ella, ella sigue mintiéndome, y eso es lo que más me molesta. Desde el principio con mentiras, y así sigue, y repite siempre que no sabe cómo han llegado ellos a su cuarto, que le dan asco, que alguna vez los ha descubierto en un rincón de la habitación y ha gritado, pero de horror, y por eso la he escuchado incluso cuando tenía el fútbol a todo volumen, pero yo no soy capaz de creérmelo ¿qué tío en sus cabales se creería una patraña así? Y ahora que está postrada en la cama lo tienen mucho más fácil, y no veas cuánto me cabreo, porque todavía veo de cuando en cuando que tiene la ventana abierta sin mosquitera o descubro una fila de hormigas dirigiéndose a su habitación.

jueves, 21 de febrero de 2013

Conjugando el milagro eterno.


¿Quién coge este rábano por las hojas?

¿Qué manos labriegas osa abrir en canal
a la hogaza de pan blanco agazapada
entre el denso aceite de oliva,
la humedad del tomate a rodajas finas
y las cuidadas lonchas de jamón?

¿Quién es lo suficientemente mujer
como para atar a su cama
y, luego,
saber aflojar la cuerda al gato en celo
que el lobo solitario lleva dentro?


VII. Desmoralización civil y otras inquisiciones.


La socialdemocracia alimenta esa idea falaz del progreso y el evolucionismo. La socialdemocracia no es más que la mínima expresión de la grandilocuencia antropocentrista de la soberbia humana desprovista de virtud y apremiada por el laicismo propio del mundo reglado en el que chapoteamos como cerdos.

Es cierto que para los neoinquisidores de la corrección política las sentencias anteriores y, claro, otras tantas vertidas y recalcadas hasta el espasmo en estas entradas nominadas como 'Desmoralización civil y otras inquisiciones' denotan aires provocativos o de profunda negligencia intelectual. Bueno, y ¿qué? se preguntará el sagaz lector, pues eso me pregunto yo cuando mi conducta es afeada de forma ofensiva e insultante por los mamelucos de la cachiporra virtual escondidos en las mazmorras de su inteligencia y conectados ad nauseam a LA RED.

El teórico sistema de libertades(ji-ja-je-jo-ju) en el que nacimos es lo que la zanahoria para el burro: la trampa mortal para el ingenuo encantado de haberse conocido.

Sí, lector (y afición en general), ya sé que NADA IMPORTA NADA, que la ciudad es una jungla y Facebook una tasca de borrachos o quinceañeras desatadas, que arreglar el barrio es una conducta heroica con final trágico en un depósito de mártires caídos y que por bocazas y torero osado y artista debo (en demasiadas ocasiones) aceptar la cornada del respetable paniaguado...Ya, lo sé...

Y, por supuesto, también sé que cuando servidor de nadie tenga la chanza de largarse (con nocturnidad, alevosía y más pena que gloria) de esta escombrera, lo hará sin que le tiemble el pulso ni el lagrimeo de su corazón encharque el porvenir de sus futuros hijos.

miércoles, 20 de febrero de 2013

El despertar de la lucidez ("Credo quia absurdum").



Dios mío
muchas gracias
porque
me has creado, me has redimido y me has elegido.



VI. Desmoralización civil y otras inquisiciones.

El lacerante proceso actual de despolitización puesto en marcha es una coacción en pos del retorno a la política clásica cuando ya no existe ningún fin que justifique los medios...El refranero seudofilosófico que podamos colocar no deja de recordarnos que la democracia imperfecta es sinónimo de sistema (cualesquiera que éste sea).

La individual violencia que ejerce el colectivo decide qué es la violencia y qué pretende obligarnos su relación: movilizaciones alternativas sin alternativas que se enconan en principios abstractos de índole esencialmente moral para las que la conceptualización de lo colectivo es dogmática y endogámica.

Para esto, un relicario laico de corrupción como axioma de los parámetros del sistema de mercado (un cambio en la moderna estructura institucional: este desorden se extienden a producir una era de relativa estabilidad para la absoluta decrepitud del ciudadano)para ameritar la dominación socio-cultural en la vejez cancerígena del devenir capitalista.

sábado, 16 de febrero de 2013

La Era del Vacío (epílogo): Introducción a la Posmodernidad para Dummies, parte II

Pausábamos el anterior artículo en imágenes de lo inane, lo banal y lo chabacano, y lamentablemente, son estas las estampas con las que muchos sellan el posmodernismo, que cuanto más fragmentado, extraño, ilegible, borroso, confuso, próximo-al-papel-higiénico-manchado sea algo más se adecúa a sus estándares, como si él entero fuera un inmenso “deber ser” que ordenara a los demás qué hacer y qué no. Pienso al escribirlo, sobre todo, en ciertas tendencias ciertamente mayoritarias en la crítica de arte y la estética, que son terrenos a los que estoy más acostumbrado, pero esto se puede extrapolar a todo lo demás, incluida por supuesto la propia filosofía ¿qué mejor papel higiénico que un tocho de mil páginas?


Es hora de que empecemos a hablar de pequeñas certezas. Pues, aunque no haya una verdad que le dé sentido a todo, sí se pueden postular pequeñas certezas que quizás no tengan conexión entre ellas. Por ejemplo, que dos y dos son cuatro es una certeza. Puede que fuera de nuestra mente o en otro sitio del universo en realidad sean cinco, pero al menos podemos entendernos entre nosotros compartiendo la opinión de que son cuatro. Es lo que se dice una verdad “intersubjetiva”, es decir, que sólo existe entre sujetos. Si todos los seres humanos muriéramos masivamente, el dos y el dos y el cuatro no tendrían ningún sentido ni valor, aunque quizás una especie alienígena con la mente configurada de forma similar podría volver a darles algún  uso.

Que, a grandes rasgos, cuando se dan ciertas condiciones en la Historia es probable que se produzca un acontecimiento, como sucede con los ciclos de la economía, es otra certeza (aunque haya mucha discrepancia sobre cómo suceden). Obviamente en la mayoría de los casos nunca podremos saber todas las condiciones, todos los factores, por lo que sólo podemos hablar de mayor o menor probabilidad, ya que quizás un elemento desconocido u oculto cambie los resultados. Esto se puede aplicar a la mayoría de las ciencias humanas como la antropología o la sociología, y no tiene que ver con su estatus “epistemológico”, es decir, su objetividad como conocimiento (sobre el cual muchos posmodernos muestran un gran relativismo) sino con su funcionamiento efectivo en el mundo en el que se mueven la mayoría de mortales. Ciencia, en general, implica probabilidades y estadísticas, en tanto que está en contacto con una realidad que parece demasiado confusa y compleja como para algún día tenerla ordenada en un esquema de bolsillo. En saberes como las matemáticas y la lógica esto no pasa, y sí tienen sus pequeñas Verdades internas, pero esto se debe a que de por sí no están en contacto con el mundo real, por sí solas no dicen nada de este.

En el campo de la filosofía la duda posmoderna es algo más difícil de salvar, porque se trata del saber que se ocupa de cosas como la Verdad. Parece a primera vista que es una disciplina condenada a la extinción, pero lo cierto es que se ocupa de cosas como estas que le he estado contando ¿o acaso cree que esta clase de formulaciones son propias de la química? Entonces ¿implica esto que lo que acabo de contarle de la posmodernidad es la Nueva Verdad? No, en absoluto, es una idea entre muchas (ni siquiera eso, es más bien un movimiento vagamente definido con unos pocos trazos comunes) pero probabilísticamente me parece a mí, de lo que yo conozco al menos, lo más apropiado y consecuente, y muchos pensadores me dan la razón desde hace un siglo. Esto, por ejemplo, es un ejemplo de la clase de “certeza aproximada” que la filosofía puede proporcionar, que no dista tantísimo, en el fondo, de aquella que puede darnos la física o la psicología, que también contienen sus teorías heterodoxas y discrepantes. Sin embargo, quizás en la filosofía se pueda discrepar más que en otros saberes, y usted por supuesto puede estar discrepando ahora mismo, aduciendo que sus valores morales le indican que todo esto que le he dicho es erróneo. En ese caso tiene derecho a pensar lo que quiera, pues la filosofía ha intentado ser siempre (y a veces lo ha conseguido) el saber en el que nada se le tenga que imponer a nadie. Si usted es capaz de convencernos de lo contrario por métodos distintos a la fuerza, entonces quizás sea el pensador que este siglo necesita. Yo le animo a ello, para eso estamos aquí, ¿no?

No hay que ver esta ausencia de “valores absolutos” tampoco como una imposibilidad de poseer valores, y muchísimas veces se la ha querido entender como una posible justificación de cualquier aberración. Al revés, valores puede haberlos, consiste sólo en intentar que no se impongan los valores propios al otro, mediante la comprensión de que, en su cabeza, los valores de otro están tan legitimados como los suyos, y que los demás no defienden sus creencias por ser malvados, sino porque sinceramente creen que son ciertas (aunque , por supuesto, muchas veces sí que engañan a los demás o, lo que es peor y más frecuente aún, a sí mismos).

No está reñido tampoco con crear un código ético universal mínimo que impida que una moral sanguinaria se cebe en seres de morales “inocentes” (aunque pocas de esas hay, en el fondo), porque precisamente esa “verdad del relativismo” puede llevar implícito el respeto a la verdad del otro y, por tanto, la comprensión de que a veces hay que ceder en la propia y no matar al infiel, judío, o snob posmoderno, por muchas ganas que tengamos. Esa es, realmente, la gran paradoja, la que se produce en teorías que racionalmente argumentan que todo es irracional. Déjenme explicarme. En este caso, si uno ha llegado a comprender racionalmente lo poco racional de la ética, la falta de fundamentos que tiene (aunque a veces la ética se disfraza tanto de racionalidad que cuesta distinguir la impostura) y si ha comprendido racionalmente que uno no puede sustraerse a esa irracionalidad, que siempre que se actúa es moral-éticamente, que la ética sucede lo queramos o no, entonces tratar de abusar de la propia moral no se sigue de lo aprendido, sino de otras posibles motivaciones. Desde luego no del relativismo. De hecho, el abuso de la moral propia debería de ser visto por esta línea de pensamiento como algo de lo más ridículo. El que unas costumbres no sean absolutamente peores que otras no implica necesariamente que todo valga. Todos aquellos que ante la ausencia de valores objetivos han respondido matando a sangre fría y con mucha más tranquilidad de conciencia, realmente, opino yo, no llevaron esa ausencia a sus últimas consecuencias, aunque creyeran hacerlo.

La filosofía también sirve aún, como siempre, para criticar el mundo en el que vivimos, ya sea el mundo material o el intelectual, es decir, los conceptos que manejamos cotidianamente, y nada tiene por qué escapar al análisis. En esto siempre habido y habrá críticas dispares, opiniones opuestas, y, contra lo que la Modernidad pensaría, no hay por qué descalificar unas a favor de otras, no todas las opiniones tienen por qué ser binariamente “falsas” o “verdaderas”. Usualmente, si existen teorías sobre algunos fenómenos, es porque fenómenos así se han dado alguna vez, o se dan de cuando en cuando. La realidad no tiene por qué ser así o asá, sino que puede tener una complejidad de capas aparentemente contradictorias. Hay teorías que valen sólo a veces, o para determinados casos. Usted y yo coincidiremos en que si otro dice poseer la clave que lo explica todo, cada pequeño detalle de nuestras vidas, suele despertarnos cuanto menos temor e incredulidad (en los débiles de espíritu acompañados de admiración). Esto sucede sobre todo porque nosotros somos también un mundo de capas contradictorias. Discernir qué cosas se dan más y cuáles se dan menos -o no se dan en absoluto- es el objetivo, al fin y al cabo, de la biografía intelectual de uno, de su historia vital. Puede que no nos pongamos de acuerdo, pero podemos enriquecernos mutuamente si conversamos y debatimos sin ira nuestras opiniones.

Al fin y al cabo, esa odiosa muletilla de ser “posmoderno” consiste en aprehender y aprender los principales desarrollos de la filosofía de nuestro tiempo, en conseguir introducirse de lleno en su forma de discurrir, pese a que, como hemos visto, choca con la forma en la que está organizada nuestra mente (en torno a un concepto único de Verdad que se ha revelado inestable). Aprender el pensamiento de nuestro tiempo significa aprender cómo es nuestro tiempo, pues, además de servir de base para la organización de los demás saberes y de la sociedades, la filosofía sirve especialmente para dar cuenta de cómo es el espíritu de las épocas, de qué cosas se tenían por ciertas y qué opinaban los que tenían pensar por oficio sobre las grandes cuestiones. Por una parte sus teorías se ven reflejadas en la realidad, tanto en la política como en el arte o la ciencia, pero por otra parte su labor consiste, en definitiva, en recoger y catalogar cómo se interpreta desde dentro lo que sucede en cada época, y cómo interpretamos ahora lo que sucedió en el pasado.

Quizás usted considere que todas estas ideas de relativo relativismo no tienen aplicación práctica ninguna en el mundo que nos rodea, nada puede derivarse de ellas, no están en contacto con lo que sucede. Tiene pleno derecho a creerlo, pero ¿alguna vez se ha planteado por qué existe esa impresión general de que no han funcionado aquellos sistemas dictatoriales o totalitarios que han surgido, en el pasado siglo, llenos de aspiración Ilustrada de emancipar a los hombres (ya sea a todos o a la única raza o clase que se considera “hombres de verdad”)?

En mi opinión se debe, entre otros muchos motivos, a que su única alternativa puesta en práctica, el capitalismo liberal, permite la existencia de verdades contrapuestas bajo la misma sociedad, permite la contradicción interna, que haya tendencias, grupos humanos y opiniones enfrentadas. Esos últimos residuos de dictadura que se ahogan lentamente aspiran a una sociedad uniforme, donde la verdad sea una y no pueda ser discutida, es decir, tratan de imponer el aspecto más tétrico de la antigua forma de pensar a un mundo que se considera ya por encima de ella. Eso ha funcionado muy bien durante toda la historia, pero cada vez el mundo es más hostil a los que creen o quieren ser los únicos poseedores de la clave del cosmos. Al menos de momento…

Puede que el lector se sienta, al contrario, avasallado por cosas que le resultan evidentes y claras, pues vivir en este mundo posmoderno implica que no es muy difícil haber captado en la calle la esencia de lo que aquí se afirma sin necesidad de tantos vericuetos y palabrería. Este texto no debería, sin embargo, hacerle pensar que el pensamiento actual es así de plano. Es sólo una introducción burdamente simplificada que no debería hacer sino encorajarle a descubrir qué hay de más, pues los filósofos no es que lleguen a estas conclusiones, sino que en la mayoría de las ocasiones parten de aquí. Es decir, de la nada, de la ausencia aparente de dogmas en el sentido clásico del término.
Por otro lado opino firmemente que si se ha creído comprenderlas sin haber pasado por una dura y larga crisis existencial es que no se ha profundizado lo suficiente o que tal vez no se ha tomado con toda la seriedad debida, aunque ninguna de las dos experiencias las adquirirá usted fruto de este pequeño artículo, sino de lecturas posteriores.

Otra opción es que usted se sienta avasallado por lo que interpreta como una creencia errónea por mi parte de que no hay Verdades Absolutas. Cuesta admitir que no las hay, pero quizás usted se sienta genuinamente ofendido o irritado ante semejante idea, y le parezca algo intolerable o, cuanto menos, insensato. Sólo puedo responderle que le doy la razón en el sentido de que sí creo que hay verdades, pero no absolutas y eternas, y que es cierto que infinidad de cosas siguen pareciéndonos tan ciertas hoy como en la Antigua Grecia o el siglo XVI (cuando por ejemplo Rabelais escribió aquella antigua evidencia de que  “Deja siempre en sus cojones documento/ quien con papel se limpia el fundamento”). Hemos hablado aquí de un modelo de verdad, que nos parece el más evidente por la gran influencia que tiene sobre nosotros. Pero hay muchos otros más sutiles, menos cerriles, por descubrir.

Por último, muchas personas se preguntan (y me han preguntado) qué ha pasado con los filósofos hoy, por qué no hay grandes Kants, Marxes, Platones, que destaquen y sean conocidos por todos (habrá que ver si en su época los filósofos que estudiamos estaban en boca de alguien fuera de la aristocracia intelectual). No exagero si digo que este siglo ha tenido una  nómina de filósofos inusualmente variada, pero hay que tener en cuenta que lo que otrora era sólo filosofía ha ido perdiendo terreno a favor de otras ciencias. El filósofo griego era en parte matemático, en parte naturalista, antropólogo, psicólogo y un larguísimo etcétera, aparte de epistemólogo, ontólogo, lógico, esteta, y todos esos saberes que hoy sí se consideran estrictamente filosóficos. Era un Sabio, simplemente, y sabía de todo. Poco a poco muchos de estos dominios le han sido arrebatados y se han constituido en saberes independientes, sobre todo en los dos últimos siglos. La filosofía ha quedado reservada para las cuestiones de las que no se puede hacer una ciencia aparte.

En ese sentido, un Platón hoy serían muchos especialistas en sus respectivas materias. El conocimiento, como se habrá deducido, crece hoy mucho más, pues hay más facilidades para que se diversifique y especialice (aparte de crecer en cantidad: alguien aventuró hace tiempo que para 2015 se doblaría la información de la tierra cada segundo, lo cual veo posible si se retrasa algo la fecha). Es por esto que hoy resulta más indispensable que nunca, en lugar de hiperespecializarse como parece lógico pensar, lo contrario: conocer varias materias para tener una opinión formada sobre las cosas. No se puede hablar ciegamente sobre la naturaleza humana sin saber un mínimo de etnología (ciencia sobre las costumbres humanas en distintas culturas), así como no se puede hablar de la belleza sin conocer bien el arte que efectivamente se realiza en el mundo (cosa que se ha ignorado demasiadas veces en las teorías estéticas del pasado).

He aquí una exigua lista de algunos pocos pensadores importantes y conocidos de estos últimos tiempos, especialmente (aunque no únicamente) del ámbito de la filosofía, que han ayudado de forma significativa a construir el escenario intelectual en el que ahora vivimos. El orden es el que se me ha venido a la cabeza. Indudablemente conviene conocer tradiciones filosóficas anteriores que casi no he incluido, como la fenomenología, para comprender esencialmente lo que estos pensadores tienen que decir, pero bueno, es una lista tan subjetiva como cualquier otra y pretendía ser sólo introductoria. He de remarcar aquí que algunos de ellos me parecen meros charlatanes, pero no voy a ser tan caprichoso como para oponerme yo sólo a todo el peso de la vida intelectual parisina.

He visto, por ejemplo, que con mucha frecuencia se recomiendan en ocasiones como la presente las mismas dos obras del parisino J. F. Lyotard: “La condición posmoderna” y “La posmodernidad explicada a los niños”. Yo no las recomiendo si no se tiene una cierta base de conocimientos especializados, pero sí que pueden ser útiles para aquellos que tengan alguna experiencia previa con lecturas de ese tipo. La primera de ellas es de hecho la que trajo al terreno de la filosofía la misma noción de “posmoderno”, tomada de la crítica del arte, aunque, pese a la innovación e importancia de este paso, el autor acabó reconociendo que está mal enfocada y que citó muchos libros que no había leído (yo opino que además  sus conclusiones son escasas, confusas, ampliamente discutibles). En cuanto al título de la segunda, advierto que se refiere más a que trata cuestiones “fundamentales” que a un tratamiento ameno.
Creo que lo mejor para el neófito es empezar por un título de divulgación o una historia de la filosofía o, en su defecto, preguntar mucho, que en este prometedor blog es lo mejor que se puede hacer.





































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