lunes, 25 de febrero de 2013

Introducción y Saludos

Dos pescadores vuelven a casa tras la faena. Esteban es un pobre tuerto enredado en el vicio. Fran no tiene dónde cavar el hoyo. Ambos se dejan caer en un banco del muelle salpicado por las olas.

F- Aún hay rato para la intromisión de anécdotas en la jungla que conmuevan aguas en el pacífico.
E- El mar está quieto.
F- Entonces habrá para veredas de oleaje fúnebre.
E (Se incorpora) - Hace tiempo que nos falta pan. ¡Qué asco! El mar no dejará de ser mar, ¿lo entiendes? (Estornuda en su mano, la restriega por su pantalón)
F- Toma (Ofrece un viejo pañuelo con premura para continuar la conversación. Estaban lo acepta). Discernir lo malo de lo peor es el arte del neo... El neo-optimista. Considerar que nada se ha perdido es el refugio de algún necio cobarde...
E- (Olvidándose de su compañero se incorpora. Con arrogancia)  Algún día seré mar, para mecer la solución y ahogarla tras años de sueño.
F- Esteban, si tuviéramos el poder engañaríamos a la suerte para guardar reacios la lección, en cuánto nos perdieramos en la noche. Sería mágico sonreír de tú a tú a la vida.
E- (Saca un catalejo del bolsillo interior de la chaqueta) Que entren los bastardos que buscáis oro en el culo de Lawrence.
F- ¡Bienvenidos! ¡Bienvenidos! ¡Bienvenidos!

(Una ola rompe sobre el muelle. Esteban cae al agua entre gritos. Fran se aferra a la baranda con fiereza)

Ninguna premura en la salutación, traerá la fe por la identidad. Solo la interrupción del elemento aferra al sujeto a la incredulidad ardiente. El rechazo posterior construye el mecanismo fluido que media en la superestructura. La red extensa condenada a la movilidad sin frenos ni paréntesis. Una rueda que conlleva la propia muerte, acelerando la construcción del individuo, solo conlleva el recurso del azar en sus engranajes.

¡Bienvenidos entonces al cabaret!


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