¿Es pensamiento
desiderativo conjugarse adalid de tus pares? ¿Es sentimiento reiterativo la
incesante búsqueda de la fe absoluta? ¿Se considera determinismo moral la
aceptación del ser por uno mismo? ¿Se macera el virtuosismo espacial desde la
experiencia desprendida de la convivencia con la derrota? A caso, ¿estamos
hecho para sacar pecho y caminar por el techo?
Mientras el puto mundo
se cae a pedazos siempre se filtran algunos retazos esquivos que leídos
entrelíneas nos ofertan una jugosa porción de la tarta escarlata del placer:
territorios inhóspitos por explorar intrépidamente, espacios estelares por
teletransportarse gloriosamente.
Estos ufanos pastos
del verano se conocen como islas de abstracción total. A ellas sólo pueden
llegar los hombres adultos en razón y gobierno. Para ellas ha de conocerse la
profundidad del cosmos que habita en el interior del agujero ámbar que es el Hilo
de Teseo.
Cuentan que acariciar
con los pies sus riberas, sobrevolar con el rodal del gusto sus nenúfares, es
privilegio otorgado por la Divinidad al Siervo del Hacedor. Aquél guerrero
oceánico capaz de bautizar con ambrosía y humedad las tierras yermas de la
Tierra.
Allá, donde el sabio
se retira para encontrarse con el Fin, sólo el samurái es capaz de campar.