Ese tañido corto y crudo que caracteriza al ruido metódicamente discorde expande el rastro del tedio que circula como la simiente del semen por el vientre despótico de la virgen profanada.
La sombra venidera del olvido intempestivo interpone vespertinamente la exudación del ensueño ambiguo encarnizado en un labio devorado por el estigma.
Para el voraz simulacro del suspenso, la oquedad propicia del instante cumple la orfandad del orgasmo como la memoria consume sus fronteras.
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