viernes, 16 de noviembre de 2012

Alsacia.


Para Alain Badiou la acción directa hacia la ocupación y conquista del poder es la inseparable función del político. De ahí, otro de los filósofos franceses de categoría durante el siglo XX, Jean-François Lyotard, sabedor de que donde hay consenso no existe la democracia (reflexión de la que se hace evidente la oligarquía de partido como sistema de poder estatal), vislumbra el término y la realidad de 'postmodernidad' en su obra 'La condición postmoderna'. Como pauta, ésta se caracteriza por el escepticismo moral, el relativismo cultural, la máxima estandarificación democrática que evidencia la falta de una nueva ideología y deja al descubierto la total corrupción moral de nuestros días.

Luego, Gianni Vattimo da un paso más allá denominando el gerundio de la situación como 'pensamiento débil': "frente a una lógica férrea y unívoca, necesidad de dar libre curso a la interpretación; frente a una política monolítica y vertical del partido, necesidad de apoyar a los movimientos sociales trasversales; frente a la soberbia de la vanguardia artística, recuperación de un arte popular y plural; frente a una Europa etnocéntrica, una visión mundial de las culturas". Posterior a todo consenso sobre el estado deconstruido en el que nos resolvemos según Jacques Derrida, Noam Chomsky sigue enfrascado en la denuncia de la decadencia máxima de Occidente. De uno de sus últimos artículos, subrayo la siguiente perla: " Antes del crac de 2007, del que fueron responsables en gran medida, las instituciones financieras posteriores a la época de oro habían obtenido un sorprendente poder económico, multiplicando por más de tres su participación en las ganancias corporativas. Después del crac, numerosos economistas empezaron a investigar su función en términos puramente económicos. Robert Solow, premio Nobel de Economía, concluyó que su efecto podría ser negativo. Su éxito aporta muy poco o nada a la eficiencia de la economía real, mientras sus desastres transfieren la riqueza de los contribuyentes hacia los financieros. Al triturar los restos de la democracia política, las instituciones financieras están echando las bases para hacer avanzar aún más este proceso letal... en tanto sus víctimas estén dispuestas a sufrirlo en silencio."

Desde el filósofo danés Søren Kierkegaard hasta al poeta portugués Fernando Pessoa, la cadencia del existencialismo abarca lo ancho y largo del angosto paisaje sicológico del hombre profundo. En el libro 'La tierra baldía' de T.S.Eliot sorprende un poema dedicado a Ezra Pound llamado 'El entierro de los muertos' de donde sobresale esta estrofa: "¿Cuáles son las raíces que arraigan, qué ramas crecen/ en estos pétreos desperdicios? Oh hijo del hombre,/ no puedes decirlo ni adivinarlo; tú sólo conoces/ un montón de imágenes rotas, donde el sol bate,/ y el árbol muerto no cobija, el grillo no consuela/ y la piedra seca no da agua rumorosa./ Sólo hay sombra bajo esta roca roja/ (ven a cobijarte bajo la sombra de esta roca roja),/ y te enseñaré algo que no es/ ni la sombra tuya que te sigue por la mañana/ni tu sombra que al atardecer sale a tu encuentro;/ te mostraré el miedo en un puñado de polvo."

Ya cantaba el vaquero solitario y crepuscular Townes Van Zandt aquello de "When the need arose your eyes fell closed/you clamped your fingers round your nose/ Would you say that's any way to judge him/ You haven't got the authority/ to kill him in the first degree/ but would you feel compelled, Miss Carousel,/ if you have something to begrudge him."

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