Germina la herencia del verano en el deshielo del iceberg que sobresale de tus pezones: la violencia de tu costado transgrede los límites de la moral y lo permitido.
Emana una terca oquedad de ternura de vaho humedecido por la espuma de nenúfar que emanan tus muslos.
Recorrer los flancos de tu territorio me interroga furiosamente cómo me las arreglaré sin rezarte, mi animal totémico.
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