miércoles, 23 de abril de 2014

Completud femenina.






Muñeca, ¿qué decir de tu complexión? Eres unos de esos bombones por los que cualquier paralítico emocional se hubiese vuelto alpinista.

Siconauta de alma platónica y sexo aristotélico, con tu tacto siento erizarme la piel en la distancia. Tus murmullos de gata en celo evocan en mis desnutridos tímpanos los sonidos de la ballena azul.

No quiero hacerte daño con mis predicciones de tahúr pero si juegas con fuego te quemas hasta las cejas. Si te quedas demasiado colgada del Blues de las seis tomarás un poco. Ya sabes, dicen que las caricias maternas durante la infancia ayudan a resistir la tentación de consumir droga en la edad adulta. Y, por lo que salta a la vista, a los dos nos faltan un par de caricias.


He perdido la cabeza por tu amor y, a estas alturas, da exactamente igual. Asumo mi rol: ser hombre como estigma, como amputación biológica, como completitud del ser humano femenino.



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