Hay cosas que tenemos que aprender
aunque el silencio del crupier
sean cartas repartidas
por el temor a matar.
Así que si alguien te vuelve a prometer amor
prepárate para fundir la duda sobre su triste canción
encendiendo las luces del universo
que se hizo sin tu voluntad.
Después, con el miedo en tu mirada,
desde la esquina del sillón,
me suplicaste que dejara
soltar la cuerda de mi guillotina
por no pude aceptar
que esto se trata de morir o de matar.
Ya de pequeño
quise parar el tiempo
del reloj de nuestro perdón
para sentir que nunca me abandonarían.
Un buen día creí conocerte
y que tal vez tu serías mi eternidad.
Cuando no tenías nada que hacer
era yo quien volvía a recaer
en las letras de que me tiraron a tu arcén
Y aún me recibes sonriendo
mis ojos de loco,
deslizando el azar
por tus dedos
que dijeron la verdad de todo esto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario