lunes, 10 de marzo de 2014

Edulcorante para una ola de frío.




  El Poder con mayúscula tiene rostro humano y se manifiesta a plena luz del día. El secreto es consustancial con su existencia en la lógica del delirio de los grupos terroristas y las mafias. El intrincado territorio de la verdad esconde sus propias demarcaciones.

  Todos representamos un papel en nuestra vida cotidiana. ¿Teatro  y vida son caras de una misma moneda? El antiguo concepto de theatrum mundi sigue tan vigente que solo con abrir una pestaña digital y pajearnos de contento es igual al recto renal del homosexual medio. ¿Solución aparente? Quedarse colgado como un cuadro de Umberto Boccioni.


  Algún erudito expondrá el poder invisible ante las témporas del aristócrata tomado por la conciencia pura. El director, entre miles de hilos ocultos que atan unos hombres a otros, asevera que los secretos son intérpretes invisibles de la historia universal: traductores a tiempo parcial que remueven, entre escombros de remordimientos, el mundo económico desde lo político-militar.

  Así pues, a diez años de la pulverización, la inmolación de la propia identidad es el reflejo global del mercado local.


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