martes, 4 de octubre de 2011

FiFí


El tedio inoportuno de un reloj que tintinea
desata la perspicacia en el delirio.
Aquella que horada la superficie univitelina
por no implantar la soga.

Lo llamé amor y me entregué rendido,
a un traje de pellejo que me exhalaba,
en la desigualdad de la lucha irrazonable
e improcedente cambio de barajas.

La llamé amor como intento
de bagaje animal.
Y me imitó.
Y me mordió.


Clavándome sus fauces en mi espalda.




4 comentarios:

  1. A quien se le ocurre decir esa palabra...

    Muaa!:)

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  2. qué barbaridad! de piedra me has dejado...

    :) un saludo

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  3. Pues para sacarlo de ahí...
    No es fácil.

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  4. ¡Oh, qué dicha compartir su tiempo!

    ¡Oh, qué privilegio para esta media-neurona-despierta
    haberlo contemplado en movimiento!

    Bueno, majete, todo lo demás: "Fernando Galindo, un admirador, un amigo, un escalvo, un siervo".

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