Un amor perdido en medio de una guerra ganada y el dolor del recuerdo en ambos casos.
Ya conoce mi garganta la sed, sé el mensaje del invierno, el granizo cual dardo, la nieve infantil.
Aunque aquí ahora nada quede sino una mirada o algunas voces: escasos brillos fugaces como pasos apresurados se van deteniendo hasta hundirse en el polvo.
De los sentimientos que he enterrado en mí no hago concesiones porque aún sin saber dónde ni cuándo allí has de estar esperándome como una lámpara encendida.
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