miércoles, 19 de septiembre de 2012

La Esnob es el mazo rancio en lo político (Troublemaker).

Quizá debería desconectar el hálito lejano. Soy consciente de la ilusión.

Entregarnos, con la mayor premura, a un contingente hedónico de incredulidades y desafíos excitantes, puede ser la mejor de las soluciones al aburrimiento. Es decir, busque una amiga de todos.

Encubrir mi afición a las mujeres es un alud de idioteces que entorpecen mi compromiso con Usted, mi amigo, mi lector.

He llegado a escribir sobre el mundo y la mujer bajo el titulo "El arte de amar y la falacia de un útero sano".

Bajo mi propia condena aventuré cierta evolución de un capitalismo radical, vendido en el rostro de la mujer moderna. El ideal de la protección femenina cayó en los noventa provocando daños colaterales de los que aún hoy nos resentimos. La mujer adquirió un poder enorme en un tiempo muy escueto. ¿No le tiemblan las piernas? Cualquier movimiento podría toparse con un mercado femenino sediento de "libertad" y Coca-Cola Light®. Las femeninas nacieron en derechos con un pan bajo el brazo. Son dueñas del movimiento indoloro de factores higiénicos. Necesitamos a la mujer. ¡Oh, Yahveh!.

El capitalismo convirtió a la mujer "esnob" en su compañera de domingos, abriéndole la boca mientras promete la liberación de la carga.

Pero no se puede adherir a un ego acrecentado la realidad maloliente y prácticamente acabada.

Ciegas frente al árbol de luces de Navidad del que papá no pagó factura.


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