miércoles, 5 de septiembre de 2012

Bocados Breves (XXIII)


Por el inconmensurable río de palabras que bajo la piel atraviesa el infinito espacio del silencio.

El estupor por cada uno de los nudos clásicos que soportan el peso inevitable sin perder la gracia del movimiento inerte.

Despojarse de la edad fetal para inmortalizar la conciencia individual es un esfuerzo ingrato.

El desdén de un cuerpo áspero deja de ser estrella de circo si no es una figura mediática apadrinada por un famoso columnista.

Fascinante es el equilibrio del sentido del deber en su indagación para con la realidad.


La clandestinad es una buena escuela de hombres que pasaron la curva de los dieciocho y supieron recuperar la dignidad.

Un hueso fácil no recela de ningún hueso, sólo lo observa o lo mima y encuentra sin buscar algún orificio penetrante que sea medianamente confortable para su ardua tarea de supervivencia.

Las casas de apuestas aventuraron un final predecible entre las enfermizas paredes vaginales de una ciudad infectada a insaciables insectos.

Deconstruir es experimentar el abandono del lector ante la plática frecuente de las chácharas.

El propósito final del camino fijado al hombre es el de extinguirse sin lograr nada para sí.

En los cañones de su reino tampoco el héroe de mañana desfilará en lugares rascacielos.

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