domingo, 9 de septiembre de 2012

Bocados Breves (XXVI)

El atenuante de nuestra complicidad se colgó pies arriba pregonando al mártir de túnica blanca, dependiente sórdido de carantoñas. Coño fácil.
Buenas noches, amigo.

La apoteosis no termina con horizontes planos de inseguridades mantenidas por la paga "mère". Tú, maldita consentida con el capricho "esnob", derramas la lágrima fácil cuando vacías tu boca. 

La justicia retribuida al "Don" de Dios recae sobre tu espalda. ¡Te alabamos, Oh salvadora!
¿En qué momento apareciste voraz e insaciable?
A veces pienso que la quietud sería el remido malsino para tu despedazara vagina. Quizás el bueno de Jodorowsky me daría palabras.

¿Qué es lo que quieres hacer en la oración, excepto presentar tu ningunismo?
El Maestro Eckhart, uno de los grandes místicos de la Edad Media, lo expresa de forma extrema: "¿Por qué hablas de Dios?



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