jueves, 22 de septiembre de 2011

Abitudine chiusura del pessimismo.



1)CAUSA:

¿De veras podemos refutar la posibilidad –más o menos real- de cimentar una utopía positiva en relación de cómo determinarla en un futuro cercano? ¿Es viable –si quiera tolerable- negarla cuatro veces sobre la base de la Teoría Crítica? ¿Suficiente criticar el presente? ¿Escuela de Frankfurt?

El progreso es un destacado miembro de la familia de conceptos acaloradamente debatidos: el balance del pasado, la evolución del presente y la apreciación de los futuros están erizados de conflictos y cargados de ambivalencia. Promover la seguridad siempre exige el sacrificio de la libertad (pero seguridad sin libertad equivale a esclavitud).

A todo ello, la comunidad sigue echándose en falta tenazmente: elude nuestra aprehensión o sigue desmoronándose, porque la forma en la que este mundo nos incite a alcanzar nuestros sueños de una vida segura no nos acerca su cumplimiento.

Tras el enunciado posterior, el juicio de valor: la inseguridad nos afecta a todos por flexibilidad, competitividad e incertidumbre endémicas pero cada uno de nosotros sufre ansiedad por sí solo (como problema privado o resultado de fracasos personales y como un desafío a su savoir faire y agilidad privadas).

En lo que respecta a la percepción de la opinión pública: la creencia de que la vida está plagada de peligros y que extinguir el peligro es la más urgente de las medias dirigidas a restablecer la seguridad perdida.

Henning Bech señala que (dado que las ciudades en las que la mayoría de nosotros vivimos hoy son “agrupaciones grandes, densas y permanentes de seres humanos heterogéneos en circulación”, lugares en los que uno está abocado a moverse entre “una gran multitud, perpetuamente cambiante, de diversos extranjeros que se entremezclan”, tendemos a <>.

2)COROLARIO:

A medida que la multitud urbana se va haciendo más diversa, las probabilidades de tropezar con equivalentes modernos de las marcas al hierro aumentan proporcionalmente; y también, por consiguiente, se alarga la sospecha de que podemos ser demasiados lentos/ineptos para descifrar los mensajes que puedan contener los signos con los que no estamos familiarizados: tenemos razones para sentir miedo y culpar a la vida urbana de ser peligrosa por su variedad.

Así, el valor de la comunidad original estriba en esas dos intenciones: la pensé unique de nuestra sociedad de mercado desregulado omite ambos cometidos y proclama abiertamente que son contraproducentes a los predicadores de la comunidad (adversarios jurados de este tipo de sociedad –reacios a acudir en defensa de cometidos abandonados-).

Entonces, todos somos interdependientes en este mundo nuestro (en rápido proceso de globalización): ninguno de nosotros puede ser dueño de su destino por sí solo. Por coalición, todo lo que nos separe y nos impulse a mantener nuestra distancia mutua, a trazar esas fronteras y a construir barricadas. Todos necesitamos tomar el control sobre las condiciones en las que luchamos con los desafíos de la vida, pero para la mayoría de nosotros, ese control sólo puede lograrse “colectivamente”.

Si ha de existir una comunidad en un mundo de individuos, sólo puede ser una colectividad entretejida a partir del compartir y del cuidado mutuo: una sociedad que atienda (y se responsabilice) la igualdad del derecho a ser humanos y de la igualdad de posibilidades para ejercer ese derecho.

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Ummmmmmmmmmmmmmmmm
sugar baby:

Crawlin' King Snake (por el trapero John Lee Hooker).

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