miércoles, 28 de septiembre de 2011

En dirección a un cadalso.

Con la llamada de la soga y como delito una traición al rey al que nunca juré lealtad no puedo sino pensar en mi vida ,ahora a la muerte dirigida, diluida en vanaglorias e infamias. La vida de un bribón si me preferís llamar, pero que más da, en el escenario solo soy uno más para el encapuchado y como tal debemos dar la mejor de mis últimas actuaciones, pretendo lucirme, pretendo asombrar hasta que mi cuello parta o mis pulmones no den más. Os contare que solo en los brazos la muerte puedes llegar a entender la vida, y no puedes evitar sentir pena  por los que desean una eternidad vacía. El tacto del cáñamo en el cuello es como el estrangulamiento de un amante, dulce, suave, peligroso. Repasar tus delitos uno a uno es una buena práctica durante los eternos momentos entre los grilletes y la soga, incluso aquella vez que robaste, inocente de ti, una manzana. No lo dudes, es un buen momento para encomendarse a todos los dioses que creías falsos, si tienes suerte alguno se apiadara de ti. Y cuando a tu cuerpo inerte se le escapa la última lágrima que no está muy claro de si se trata del alma propia diluida o de la simple presión de una cuerda en la fisiología humana, llega la satisfacción para todos esos niños ansiosos de crueldad que te miraban desde allá abajo esperando por verte morir.

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