martes, 9 de agosto de 2011

Carnaza a la masa: “nigromancia y necromancia”.




Dijo Jung que “un médico debe conocer los denominados «métodos» pero debe evitar el anquilosarse en lo rutinario”. Esta anécdota (dios mediante) de institución nos sirve perfectamente para ilustrar la indomia del discurso que nos ocupa en el barro y zanja de la villa.

La paciencia debiera tener un límite pero parece de elasticidad infinita para aguantar afrentas:

Desde hace años se veía venir ese acorralamiento en torno a la definitiva hora de la verdad ajena y la mentira propia respecto a la programación de años fomentando la vía del caos hacia la perpetuación de su hegemonía. Como prueba, el juego de manos que la socialdemocracia está haciendo ante los ojos de la izquierda desarticulada (o idiotizada, como prefieran) procede de la confianza que les otorga la afiliación (interesada o no) de intelectuales patizambos (como la polio azuzando la masa): la cuestión de fondo, por lo pronto, es si las ratas abandonan el barco seguras de cobrar los favores prestados o, por el contrario, torpedean el navío llevándose a la tripulación por delante.

Y ustedes (queridos lectores y admiradores piadosos) os preguntaréis “¿Y, entonces, qué hay de malo en todo esto?”…Llevan razón de cabo a rabo. Nada que objetar: pues, el placer es siempre inocente e higiénico si no se practica contra alguien y si uno procura alternarlo con buenas obras históricas y vitales. Sin embargo, cuando se acostumbra a encamarse con el maligno vilmente chantajeando y extorsionando al prójimo lo que se merece es calentar el trullo a perpetuidad.
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Bien, ahora os dejamos en la ambigua compañía de Nick Drake y la luminosa Northern Sky

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