Oh, no nos
hagáis la guerra,
no nos
hagáis la guerra
no os
llevéis a nuestros hijos
no los
llevéis al río de sangre
pues
volverán con un nuevo mirar
y ya no
pronunciarán nuestras palabras.
Oh, no nos
hagáis la guerra
no nos
hagáis la guerra
no
introduzcáis aquí las artes
que ocupen
las mentes de los nuestros
cuando
planeemos el ciclo de la mies.
Oh, no nos
odiéis,
y no nos
hagáis la guerra
pues si la
hacéis nuestros ritos serán en vano
y nuestras
plegarias un vano parloteo
y nuestros
hijos estarán en la guerra
aun cuando
duerman bajo nuestro techo.
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