En la vida de todo
hombre hay ciertas necesidades básicas a cubrir sí o sí. A saber: poder, sexo y
fútbol.
Así pues procedo a evaluar la última semana
para el varón medio que les escribe. Interesante será promediar ésta y proveer
los recursos necesarios para la próxima. Se prevé caliente y, ya saben, a
servidor de nadie le gusta enredar más que a un adolescente chupar. No prometo
cubrir el expediente pero sí escurrir el bulto.
Ahí vamos ...:
1.
El madridismo está viviendo un momento dulce.
Aun haciendo honor de nuestro escudo en cada partido, reconoceremos,
elegantemente, que en los últimos meses estamos que nos salimos. El pasado
domingo, en buena lid, volvimos a dar manija a la Liga. ¡Estamos que nos
salimos! Cierto es que la contraprogramación juega en nuestra contra. Al igual
que el estamento arbitral nos persigue con saña (bobalicones y medrosos al
servicio del poder opresor establecido: LFP y Miguel Cardenal, secretario de
Estado para el Deporte) Y, sin embargo, pite lo que pite el árbitro hay que
jugar con lo que hay. Por ahí, la intensidad y el desquiciamiento las vi más en
el área del banquillo que en el propio campo.
2.
Por otro lado, y he aquí el valor concesivo,
uno arrastra sus tragedias y pesares en estos tiempos de volubilidad y
escapismo. Afirmar y sentenciar son verbos homólogos cuando sustantivar no
llega a adjetivar lo concreto. Debiera nombrarlo, siquiera por gratitud.
3.
A este paso, si sigo alimentando estas dudas
sintácticas, terminaré por reconocer que hay una gran drag queen detrás de cada hombre. ¡Obvio! Competir con la evidencia
acentúa la sospecha nimia de la inferioridad conceptual en cuanto al género.
Por eso dibujar cuernos es una práctica de parvulario. Ya que la razón me
otorga quitarme el cráneo, mi sombra fantasea con la mujer que llevo dentro. ¡Hasta
la luna de los escaparates se encapricha con ella!
Perdón por no despejar sus
incógnitas. Perdón por el exceso (¡no tanto!) de retórica. Perdón por el
resultado.
Gracias por su atención.