Nuestro iluminado, hombre de nuevo mundo, se ocupa de las lagartijas de una en una (hay decenas de ellas). No desparrama cariño. Desde hace un tiempo, la balística se muestra tímida en la cámara de su revolver.
Las espinas de un pescado frito, con aceite reusado de girasol, le animan a abandonar su caza por la reconstrucción del fantástico cadáver. No recela de ningún hueso, los observa, los mima y les busca algún orificio penetrante que sea medianamente confortable para su ardua tarea. Un hueso fácil.
Su esposa le canta desde la distancia la famosa copla de Quintero, León y Quiroga "Ay pena, penita". Pero su tono, que no es el apropiado para los agudos, le anima a abandonar la farándula. Se dirige a su marido con el que se une en un abrazo breve, por último accede a ofrecerle el mentón que le da de beber. Este, ante tal ofrecimiento inesperado, no sabe como actuar y se lanza de cabeza a la teta andaluza (como en los ensayos).
- ¡Cántame, mi morena!
- ¿Por seguidillas? - Responde la mujer mientras palmea de manera apropiada.
- Únicamente déjate llevar por mi compás uno, dos, tres... uno, dos, tres...
Mientras en el "tres" de los compases no hayan embestidas y el ritmo prometa...
ResponderEliminarPasaba de ser más spoiler XD
Suele ser lo mejor,
ResponderEliminardejarse llevar:)
Que gitana su morena.
Muáa