jueves, 28 de julio de 2011

CIENCIAS HUMANAS

Guisantes en la cena sobre la mesa baja, de la consumida estrella Pop, que nos espera guardando unas distancias dignas, al más refinado estilo de la realeza Europea y desafiantes tenedores de plata desnudos .

Asolado, cara a la pared empapelada, se le ve agazapado en posición fetal (esa boca nunca estuvo tan sola) volcado en la protección de  su hombría responsable en buena parte de los galardones de metal frío y elogios con forma de sonrisa boba de carmín rojo.

Atrás quedaron las noches adictas de placer consumidas por una cartera llena y  envidiosa, desde el bolsillo trasero del aquel vaquero de marca.


El olor insoportable peca de tedio y se asienta en el nido como irremediable invitado con derecho a cena de tres cubiertos.

 "Siempre Nos Quedará New York" 


Plasmó, con preciosa tinta de pluma y caligrafía de primaria, sobre las sábanas de su cama (en un momento de creatividad sin igual) tras escuchar al bueno de Sinatra.

Un amigo, superviviente de aventuras taciturnas (el orgullo de toda mano curtida en el Crochet), entra sin llamar. Sin embargo nuestra estrella, que esperaba a su cita, abre la conversación:

-  Desde hace tiempo, en mis recurrentes visitas al centro médico, me meten en la sala de aislados.
- ¡Horrorosa noticia!
- Hermosa cama vibratoria. Pensé en llevarme a una braga fácil para que amenizara a la noche.
- Deberías almorzar algo, te veo en los huesos.
- Ayer me hice aristócrata. A partir de ahora comeré solo.
- Entonces, ¿Me voy?
- No quédate bonito.
- ¡Piensas en mi como una de tus putas de Barrio!
- No cariño. Tú eres especial. Tengo un jarrón de agua con rosas para darte.

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