sábado, 9 de julio de 2011

BOCADOS EN LA FIESTA

- Nada obliga a la población a compartir un mismo pueblo.
- No es más que un síntoma inocultable de la debilidad económica de aquellos diminutos sabuesos.
- ¿Tu crees?
- El hambre por remediar las grietas de los cuerpos rojos de placer.
- ¿Qué tenemos en el cesto querido? Ya es media tarde.

(Se establece un divertido juego de repudios sesgados por la mirada de un adulto escandalizado. Un encuestador, absorto en su pluma, escribe sobre papel mojado).

Uno de los seleccionados para el test, que considera la hipocresía cómo superada, decide tomar un baño entre pieles de bananas pop. No fueron muchos los agolpados en la escena.

- ¡Ánimo muchacho! ¡Arriba muchacho! - Enfurecen algunos.
- ¡Sal a la superficie mula estúpida! - Vociferan otros.

Nuestro héroe asustado, patalea, enloquece y se hunde entre fruta sin remedio. Mientras su nombre es coreado por la pequeña multitud despiadada y enamoradiza.

- Sobran recetas de cocina - Se atreve a comentar el Juez como forma de cerrar el acto suicida. Al instante  es alarmantemente premiado por los espectadores que lanzan objetos de distinta naturaleza. No son escasos los de contenido sexual explícito.

Todos se besan, se miran, se tocan, rien, lloran y jadean de distinta forma.

- ¿Dónde me llevas?
- Hay que cantar a la primavera.
- ¿Cómo las aves?
- Qué delicado eres pequeño.

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