domingo, 16 de febrero de 2014

Por qué hemos vivido por encima de nuestras posibilidades (y II)


“Vivir por encima de las propias posibilidades” es, al igual que muchas otras fórmulas pegadizas, una contradicción aparente. ¿Cómo puede ser posible vivir “más allá de las posibilidades”? Si lo hemos conseguido, entonces estaba en nuestras posibilidades. Si no lo hemos conseguido, la frase es falsa.

La única forma de entenderla es presuponiendo que esas posibilidades se han redefinido: lo que era asequible en 2004 no lo es en 2014 y, como más o menos se trata de las mismas personas, se puede predicar de ellas que vivieron entonces por encima de sus posibilidades de ahora. Una soberbia perogrullada, vamos.

Da igual. Ni los datos ni los argumentos importan demasiado en estas cuestiones. De hecho, nos molesta que otros luchen por nosotros, que testimonien que no nos lo hemos pasado tan chupi.  Estamos mejor así. Pensar que “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades” es un consuelo metafísico que resiste cualquier demostración. Persiste a cualquier deslavado de cerebro posible, se mantiene tras cinco semanas sin ver las noticias, tras tres horas sin mirar el facebook.

¿Por qué es imborrable? 
Porque pensar que nosotros y nuestro primo somos el enemigo jurado de una crisis financiera internacional no es sólo una explicación simplona para evitar reflexionar más en profundidad sobre una complejísima tesitura socioeconómica, es algo más: una necesidad ética.

Es la creencia de que existe la justicia en el mundo. Es la urgencia de dar por sentado que todas estas desgracias que nos han caído encima, el paro, los recortes, las pésimas condiciones de trabajo, el autoritarismo creciente del Estado, el desengaño político, la desilusión ciudadana, el sufrimiento y la apatía generalizados no son fruto de un capricho, de un golpe de suerte, de unas cuantas avaricias.

Quien cree que todos, banqueros e inmigrantes, mileuristas e industriales, hackers y campesinos, “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades” no es necesariamente, como algunos denuncian, un nihilista, un carca, un pasota, un conformista. Es alguien que se rebela ante el dolor innecesario, ante una vileza inconmensurable, ante una perversidad sin límites: alguien que opone su conciencia a la miseria.

“Lo que sucede arriba, sucede abajo”; “todo efecto tiene su causa”, “lo que Dios da, Dios lo quita”, “todo lo que sube tiene que bajar”, y, por consiguiente, “tanto sufrimiento no puede ser una casualidad”.

Y ahí tienen razón: no es precisamente una casualidad.

Pero de eso hablaremos otro día.




1 comentario:

  1. "post hoc ergo procter hoc" o la falsa causalidad. Pero aunque sea literariamente muy entretenido decir que no, que sólo hay grandes causas, (grandes, complejas y ajenas) para lo que nos pasa ahora, lo cierto es que funciona la ley de los grandes números, que en realidad es la ley estadística que elimina de la ecuación la desviación de los "pequeños números" (el de ese señordonnadie que no gastó de más) y cuenta para explicar las cuentas sólo el comportamiento agregado del conjunto. O como explica la psicohistoria de Asimov: que a partir de las estadísticas se puede predecir la evolución histórica y social global... En conjunto hemos vivido por encima de nuestras posibilidades todos y cada uno de nosotros, no sólo el Gobierno, los gobiernos, que después de todo no son sino una muestra de la población total. Somos esa sociedad consumista hasta el límite de la idiotez que gasta lo que no tiene: se endeuda (y ahora en la Feria podemos ver hasta que punto es cierto), Somos esa sociedad que ha aprendido a diluir responsabilidades arguyendo que es cosa de todos menos yo, que lo que yo robo, trampeo, distraigo, siso (en la Administración, en la empresa, en mi nota del examen...) no es realmente nada comparado con lo que otros "corruptos" afanan. E incluso si fuera realmente cosa de política macroeconómica que escapa de nuestro control somos individualmente responsables de que escape de nuestro control al hacer esa cesión gilipollas de soberanía a los que en nuestro nombre y contra nuestro interés decidieron hacer o dejar de hacer, gastar o invertir (o robar y malgastar),
    Por otro lado, siempre he creido que se puede ser responsable y consciente, o irresponsable e inconsciente, y que ambas posturas tienen sus ventajas, pero que lo peor que se puede ser es irresponsable y consciente: domingo por la tarde, examen el lunes, deberías estudiar pero no lo haces, pero sabes que deberías, pero no lo haces, y deberías porque pagarás por ello, vives por encima de tus posibilidades... Ya puestos a hacer eso de haber vivido por encima de las posibilidades, q lo hemos hecho, al menos tener esa alegría del que dice "que me quiten lo bailao!". O siendo conscientes y responsables: que no, q no vuelvan a cobrarme por lo que bailan otros (sobre mi tumba: http://www.youtube.com/watch?v=UwS-coeTRaE).
    Un abrazo de tu amigo de La Nada y La Fuga

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