martes, 21 de mayo de 2013

Comulgar con piedras de molino







Hugo Ball, Isidore Isou o Kurt Schwitters son algunos de mis ídolos del siglo pasado, pero hay que comprender que sus obras, como todas las demás, estaban marcadas por una determinada necesidad cultural, ligada al Zeitgeist. Sus enjambrados seguidores han pretendido, con pompa y artificio, que las manidas repeticiones de lo mismo también han guardado ese diálogo con el espíritu de su propia era, ofreciendo así a sus mamarrachos una dote en el maridaje entre la vista y la bestia. En palabras de Marina, hemos pasado de mirar la obra a mirar el autor antes porque si no no podemos juzgar. Nuestros prejuicios ya no son suficientes . Yo diré más: lo importante es la fecha. Si bien un arte anónimo ha podido y puede ser comunicable, la historicidad de una pieza siempre ha sido una cualidad que emanaba de ella, no que le era impuesta. Era lo que nos ayudaba a juzgar una obra cuando el autor no podía servir de soporte al criterio.  Puede que hasta el urinario de Duchamp fuera un modelo que ya no se fabrica pero, ¿un conjunto de escombros? ¿Es posible determinar su procedencia o estilo sin recurrir al carbono-14?

Desde los años cuarenta el arte, en su voraz elitismo, ha cerrado esta falla  engordando aún más la teoría, para compensar la consunción de la obra en sí. Llegamos a la carcasa conceptual que, pese a existir desde siempre, se propagó en excrecencias cancerosas a partir de los años sesenta del siglo pasado. Ahí tienen a Klein, Manzoni, Kosuth. El concepto lo es todo, el material nada. ¿Cuál era el siguiente paso, a las puertas del siglo XXI?

La Bienal de Venecia nos lo muestra. La artista Lara Almarcegui, acusada de ofrecer una imagen peyorativa del país que representa, ha insistido en que la obra no está planeada para esconder ningún “doble significado”.  Con esto lo que quiere decir es que no está planeado ningún significado, a secas, pues era eso lo que se le había interpretado. O sea, que lo que ha dicho es:


“Tranquilos, tíos, no os enfadéis. Esta vez es sólo un montón de mierda”.


No entraré al trapo sobre si de verdad la montañita tiene algún sentido o no más allá de lo evidente. Podría, eso sí, citar varias decenas de montañas de arena, piedra y bloques que demuestran lo tópico del proyecto (y sin que haya grúas de por medio). Pero lo curioso no es eso. Lo curioso es que esté bien visto que alguien diga algo así, que sea una forma elegante de salir del paso, precisamente, de quitarse problemas y no de buscarlos. Y no sólo ya en el plano de la crítica artística, que ya sabe que el montoncito tiene menos chicha de lo que parece, sino a la hora de justificarse ante el contribuyente con cuyo bolsillo se sufragan estas  desfachateces. Es lo que al parecer esperábamos oír, que es sólo un montón de mierda. Es lo que ya sabemos.

Está bien visto porque esa es la tendencia. Y tiene más de cuarenta años. Ya ni la obra representa, ni sugiere, ni despierta, ni produce, ni entabla un diálogo con la sociedad (por supuesto), ni con el arte clásico (ha llovido mucho), ni con el panorama intelectual del momento (salvo escasas excepciones), ni nada. Es sólo un montón de mierda. Y cuanto más grande, mejor.

Los prosélitos que quieren mantener en pie el negocio as long as possible le dirán que no, que usted es un cateto, un botarate, que no entiende. A mí hace unos cinco o seis años estos zurullos me flipaban y no porque ahora no los comprenda, sino porque ahora no me parece legítimo poner todo el peso de una obra que se proclame artística en algo extra-artístico, me parece una puerta abierta a una corrupción que lo devastará todo desde dentro, como opino que está haciendo ya. De cualquier modo, como nada de eso impide que yo sea un borrico y no me haya enterado de nada, siempre he retado a cualquier adlátere a que me lo explique de forma tan clara y distinta como podría yo narrarle la teoría filosófica más enrevesada que conozca. 

Mientras tanto, el juicio estético sobre el escorial, que depende exclusivamente de ese "conocimiento secreto" (con perdón a David Hockney), ese 99% de la valoración final (seamos generosos), será este. Y así con cualquier otra, no crean. Y la culpa es nuestra. Porque, reconozcámoslo,  hay un criterio que estos desbarajustes comparten con el arte de otras épocas. También con la filosofía, la ciencia o la relación con la propia flatulencia: responde a un espíritu que imperaba en su tiempo. Si esto se compra y vende es porque vivimos en una sociedad cuyos valores tienen el mismo contenido. La reacción más frecuente al timo del arte contemporáneo es decir “no puede haber un error tan grande. No puede haber tanta gente equivocada”.

En efecto, ese error es pequeño en comparación con la patología de la que es síntoma. Vivimos en un mundo donde lo que se escoge para representarnos es un montón de piedras tiradas por ahí, incapaces de formar un edificio. Y no, olviden esto que he dicho. No, quítenselo de la cabeza. Por favor. No piensen esto cuando contemplen la obra. O le harán un favor. Verán cosas en ella. Para eso ya están las nubes, el Test de Rorschach y la vida.

3 comentarios:

  1. cojonudo comentario, mis felicitaciones.
    No conozco a varios de los que citas, lo que me vacuna de asumir que tienen autoridad. Quizá entonces lo mejor que puede pasar es que seamos perfectos ignorantes, para que nuestra reacción sea genuina.
    dos cosas por ahí que te recomiendo leer, como curioso, y lo mismo hasta me las has oido mencionar: el prólogo de Juan Valera a Dafnis y Cloé y lo que escribió Italo Calvino: por qué leer a los clásicos (esa última la puedes encontrar en http://urbinavolant.com/archivos/literat/cal_clas.pdf). Ellos hablaban de libros, pero vale para definir cualquier arte, y nuestra perspectiva frente a ella.
    Mi particular teoría es que como no podemos saberlo todo nos conformamos con los tags, el name dropping, el quién es quién... sin entrar en el contenido que tal vez desconocemos.
    Y con excepciones, la estupidez no sobrevive en el tiempo, así que el filtro vale para no perder el nuestro viendo gilipolleces de moda o purititas tomaduras de pelo: si era una chorrada vacía o no aportaba realmente nada morirá en un siglo... (las moscas se comerán la mierda hasta su total desaparición)...
    En fin, me ha gustado tanto tu trabajo que seguiré confiando en el futuro de la inteligencia humana aunque ciertos trabajos supuestamente artísticos hagan temer lo contrario.
    Un abrazo respetuoso,

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  2. Hola, mundo

    http://ak-main-blog.andrewkelsalldes.netdna-cdn.com/wp-content/uploads/2011/10/form-a-switch-.jpg

    Aquí está un ejemplo

    http://uploads2.wikipaintings.org/images/joseph-kosuth/here-is-an-example.jpg

    Sin formas ni colores...

    http://25.media.tumblr.com/tumblr_l1hoqaKwgH1qbt4hlo1_500.jpg

    ...Vamos a hacer un montón de dinero
    http://3.bp.blogspot.com/_uC9AWuzUn-c/SktkkPN16dI/AAAAAAAAGss/w8j3nMnjwfM/s400/007.jpg

    No es Kosuth.

    http://www.bernhardhildebrandt.com/media/THIS-IS-NOT-KOSUTH.jpg

    Era de Matthieu Lorette.
    Pero la mayoría son de Kosuth, un genio del concepto. Aquí más joyas (http://radicalart.info/concept/tautology/)

    La creatividad humana tiene tantas posibilidades... http://farm9.static.flickr.com/8033/8074246279_a4878696ca.jpg

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  3. Por culpa de blindajes ajenos a mi voluntad creo que tendrás que copiar letra por letra las url si quieres verlas. Lástima, merecía la pena :/

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