Para Carlos,
porque las mentiras piadosas
son un bello invento
Los hombres
redimidos que se han salvado de la horca predican la fe y la salvación
eterna y aún tienen la desfachatez de hablar de libertad de expresión. En las
postrimerías no hay espacio para la creatividad. En cambio, batirse en retirada contradice nuestro carácter guerrero temerario.
No hay como que la
noche te haga trampas cuando intentas estar tan tranquilo. Desde un país sin
límites apagaste las luces y encendiste la noche galopando insomnio desde
Callao hasta derrapar en Corrientes pernoctando rabia y sudor de transa por los
huecos prietos de la famélica luna.
Nuestras propias palabras
enmudecen como animales humillados por el remordimiento mientras aprendemos a
saber apagarnos sin extinguirnos. El ruido del gemido tras la puerta se ahoga
en un ronroneo de maullido autista en el fondo del sótano cercándonos en
nuestro propio metro cuadrado. El pulso se acompasa a rastras tras el cálido
son de esta alianza otoñal desparramada por el piso. Jamás un cuerpo resistió
tanta resurrección: no maquilles tanto la verdad, aligera el hambre al
sustento....: fagocítate.
Por suerte, al borde del abismo, por dos veces el
destino me hizo un guiño en forma de labios de mujer.
Yo estaba asfixiado
durmiendo en las cañas de oxígeno cuando vivir era una combustión permanente.
Tú sorteabas la mezcalina del sudor y la fama y todos los hombres poderosos te
deseaban.
¿Cuándo nos
conocimos? No sé, parece que un emisario de Dios te envió a través de una tormenta. Yo acababa de tocar en Miami y estaba exhausto y tú leías un libro
que no alcanzaba a ver y entonces recitaste algunos versículos de Dante: "Aquel,
cuyo saber todo trasciende,/hizo los Cielos, les dio quien los conduzca/de modo
que por toda parte esplenden."
Lucías como una suerte
de Gala Éluard y Sara Dylan travestida con Noomi Rapace.
Decías que la
espiritualidad era un consuelo para ex drogadictos y que nosotros estábamos al
final de una curva esperando a que alguien nos recogiera. Eras tan centrífuga
que no fuiste capaz de ver más allá de tu jaula racional mientras los hombres
de origen humilde hacían cualquier acto de sacrificio. Estabas tan pasada que
creíste ver en mi a un héroe de la coca.