Llegado a este
margen del día, y con Estrasburgo actuando como estaba cantado, tengo el deber
moral de sentenciar (y consciente del riesgo de mis palabras ante amigos y
conocidos) lo siguiente:
"Me avergüenzo profundamente de haber nacido español".
"Me avergüenzo profundamente de haber nacido español".
Ojalá
supiese volar hacia el exilio donde mejor canta un pájaro.