Lo mejor de la obra
por hacer es la potencia total contemporánea, sin mirar hacia atrás, alejado de
las miradas retros o vintage.
El hacedor de
ella debe ser consciente de que el público es un montón de pájaros incultos. Siempre debe tener presente aquel
maravilloso consejo de Gómez de la Serna: “en la vida hay que ser un poco tonto
porque si lo son solo los demás no te dejan nada”. Por eso todos tenemos la obligación de
decir la verdad, que la ética absoluta nos impone sin condiciones.
Por lo demás, es un viaje compartido y cada artista tiene su propio terreno por
explorar.