Para llegar al tesoro que llevamos dentro debemos hacer sacrificios. Es el caso específico del cateto con boina que sale con dádivas
de su provincia a comerse la ciudad esperando ver desfilar por la GRAN AVENIDA
a Sócrates con Bette Davis del brazo y que se detengan de soslayo a invitarlo a
una cena en el Ritz.
A veces cuando los resultados son malos volver a casa es complicado. A veces uno se siente como
Maradona en el Mundial '94.
M, al ver a 007 fuera de sí lo sacudió ásperamente: “creo que estás tan
cegado por una rabia incontenible que no te importa a quién haces daño. Cuando
no distingues entre amigos y enemigos, es hora de dejarlo”.
Porque, finalmente, con
los años uno comprende eso: el amor y el sexo son atributos que sobrestimamos y
que la felicidad no está en otra persona ni en un buen polvo.