Voy a quitarte un
peso de encima diciéndote aquello que te repites en soledad y furioso y que
nadie de tu entorno ratificaría ante un amigo:
Todos son unos miserables vendidos al
sistema.
Todos
son unos lameculos rendidos a un líder necio que les explota.
Todos son unos cobardes que disfrutan
la mediocridad de sus vidas.
Todos son sordomudos ante las
injusticias más aberrantes.
Todos son unos mercenarios al servicio
de la razón pura.
Bien, una vez despejado el terreno y allanado
el camino, ahora te digo: tú no tienes porque terminar así si tu espíritu es
firme y noble para con los quehaceres de la vida elevada; para ti, amigo
desconocido, aún existe la esperanza de ejercer un magisterio prolijo y
fraternal para con la liberación del individuo celeste.