León IV - Entonces cierra la puerta y lárgate.
La emperatriz de Bizanco - Eres un imbécil cretino demasiado alejado de los convencionalismos, tan perdido en tu cielo de egolatría, que has perdido la metacognición que tanto te unía a mí.
León IV- Tú ya no apareces en mis pensamientos. Ni siquiera apareces en esta ciudad. Es probable que hoy salgan dos putas a trabajar la noche.
La emperatriz de Bizanco - ¿Pero qué dices? ¿Desde cuándo piensas eso?
León IV - Dos horas antes de venir a suplicarte. Pero de eso ya hablaremos después. Dime, ¿a quién te has follado últimamente?
La emperatriz de Bizanco - No te hagas el duro. Siempre serás el chico tierno de experiencias herbolarias y olor a naftalina que tanto le gustaba a mi madre.
León IV - Pues explícame dónde voy a meter tu maldito cadáver.
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