Entre tu soledad y mis asuntos
hay una distancia proporcional
a tu vergüenza
de multicultural japonesa
errática de la cadavérica Europa,
o hablas castellano y te cortas la melena
por intentar pasar desapercibida
por un campo de minas trémulas
como huecas son tus venas.
Y resolver en tu carne muerta
los juegos del azar y el vicio
ni nos alcanza ni nos renta.
Entre tu soledad y mis asuntos
media un duelo de amor difunto
confeccionado con las flores del mal.
Porque, amor, conjugas mi devoción animal
con la vida doméstica de plástico vocacional
que sustenta la estadía marchita de casados enjuntos.
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