Aunque
intentes defenderte
como un gato panza arriba
de la calumnia y la persecución constante
llega un momento comatoso
en el que por algo más que un instante
puedes plantearte
llegar a inmolarte
o desaparecer
o perecer
en vida
[cual suicida
del Noveno-B a la pileta reseca....]
¿Me preocupa?
No.
¿Me ocupa?
Sí.
A veces,
uno llega a desconfiar hasta de su propia sombra.
En demasiadas ocasiones
uno acaba sintiéndose
tan abandonado y absorto
como Maradona en Dubái.