Cuando uno quiere
aprender una lengua es necesario manejar su gramática por la particularidad
matemáticamente exacta del dibujo. Por ello, Heidegger afirmaba que “la realidad de verdad del
hombre es, en su fondo, poética” .
La cadencia del existencialismo
abarca lo ancho y largo del angosto paisaje sicológico del hombre profundo. T.S. Eliot, entre su libro 'La tierra
baldía' sobresale un poema ,dedicado a Ezra
Pound, llamado 'El entierro de los muertos' de donde sobresale esta
estrofa: "¿Cuáles son las raíces que arraigan, qué ramas crecen/ en estos
pétreos desperdicios? Oh hijo del hombre,/ no puedes decirlo ni adivinarlo; tú
sólo conoces/ un montón de imágenes rotas, donde el sol bate,/ y el árbol
muerto no cobija, el grillo no consuela/ y la piedra seca no da agua rumorosa./
Sólo hay sombra bajo esta roca roja/ (ven
a cobijarte bajo la sombra de esta roca roja),/ y te enseñaré algo que no es/ ni
la sombra tuya que te sigue por la mañana/ni tu sombra que al atardecer sale a
tu encuentro;/ te mostraré el miedo en un puñado de polvo."
Michel Foucault reflexionó en su libro ‘Estética, ética y
hermenéutica’ sobre la muerte a lo largo y ancho del término. De él
extraemos el siguiente extracto:«Lo que constituye el
valor particular de la meditación acerca de la muerte no es sólo que anticipa
lo que la opinión representa generalmente como la mayor desgracia, no es sólo
que permite convencerse de que la muerte no es un mal; dicha meditación agradece
la posibilidad, por así decirlo, por anticipación, de una mirada retrospectiva
sobre la propia vida. Al considerarse uno a sí mismo como a punto de morir, se
puede juzgar cada una de las acciones que se están emprendiendo en su justa
valía. La muerte, decía Epicteto, sorprende al labrador en su labranza, al
marinero en su navegación: “Y tú, ¿en qué ocupación quieres ser sorprendido?”.
Séneca considera el momento de la muerte como aquél en el que podría de algún
modo constituirse en juez de sí mismo y medir el progreso moral alcanzado hasta
ese último día. En la carta 26, escribe:“Acerca del progreso moral que haya
podido hacer, lo confiaré a la muerte…Espero el día en que me constituiré en
juez de mí mismo y conoceré si tengo la virtud en los labios o en el corazón”.»
Henning Bech señala
que (dado que las ciudades en las que la mayoría de nosotros vivimos hoy son
“agrupaciones grandes, densas y permanentes de seres humanos heterogéneos en
circulación”, lugares en los que uno está abocado a moverse entre “una gran
multitud, perpetuamente cambiante, de diversos extranjeros que se
entremezclan”, tendemos a convertirnos mutuamente en “superficies”.
A medida que la
multitud urbana se va haciendo más diversa, las probabilidades de tropezar con
equivalentes modernos de las marcas al hierro aumentan proporcionalmente; y
también, por consiguiente, se alarga la sospecha de que podemos ser demasiados
lentos/ineptos para descifrar los mensajes que puedan contener los signos con
los que no estamos familiarizados: tenemos razones para sentir miedo y culpar a
la vida urbana de ser peligrosa por su variedad.
Así, el valor de la
comunidad original estriba en esas dos intenciones: la pensé unique de nuestra
sociedad de mercado desregulado omite ambos cometidos y proclama abiertamente
que son contraproducentes a los predicadores de la comunidad (adversarios jurados
de este tipo de sociedad –reacios a acudir en defensa de cometidos
abandonados-).
Entonces, todos somos
interdependientes en este mundo nuestro (en rápido proceso de globalización):
ninguno de nosotros puede ser dueño de su destino por sí solo. Por coalición,
todo lo que nos separe y nos impulse a mantener nuestra distancia mutua, a
trazar esas fronteras y a construir barricadas. Todos necesitamos tomar el
control sobre las condiciones en las que luchamos con los desafíos de la vida,
pero para la mayoría de nosotros, ese control sólo puede lograrse
“colectivamente”.
Si ha de existir una
comunidad en un mundo de individuos, sólo puede ser una colectividad
entretejida a partir del compartir y del cuidado mutuo: una sociedad que
atienda (y se responsabilice) la igualdad del derecho a ser humanos y de la
igualdad de posibilidades para ejercer ese derecho.