En un
momento dado la imposición en los niveles más estratégicos del sistema de mundo
quedan como axiomas del funcionamiento del mundo nuevo capitalista.
El capitalismo del s.XIX fue tambaleándose de
desastre en desastre en los mercados bursátiles con una inversión empresarial
irracional. El orden a largo plazo que el nuevo régimen quiere destruir fue en
sí mismo efímero.
Ahora la destrucción se hace más sofisticada ya que el proceso de
despolitización es un discurso nítido del poder político bajo los parámetros
del sistema de mercado.
Las previsiones para
España oscilan entre lo pésimo y lo catastrófico. Mirando de frente a las cosas, huyendo de trascendencia y ampulosidad, todos
sabemos que el pueblo soberano se la coge con las dos manos al primer fulano
que pasa haciendo vanas promesas (y cosas peores, también). Todos sabemos que
el pueblo soberano se pone en pompa ante cualquier bomba lapa lanzada por el
gualtrapa que les atrapa la mollera con bolleras o capullitos de primavera.
Todos sabemos que el pueblo soberano es tan ufano en su pretensión de
superpoblar la nación interplanetaria del planeta fractal más lejano que se
emperra en humillar con insultos estultos al primo cercano bonachón y humano.