Hostígame en la sangre,
sé todo lo cruel que sepas.
No me vuelvas a perdonar.
sé todo lo cruel que sepas.
No me vuelvas a perdonar.
Nunca más me ofrezcas una
tregua.
Todo lo que nos precede
lo habitaron antes los primeros
pobladores del mundo.
Hallar el vértice último
para nuestros encuentros
binarios
sería la espléndida definición
del sur.
Se perfila el crepúsculo
como el irrisorio juego del espejo
que trazan nuestros cuerpos
danzando.
Un ancestral sentimiento me
sobrecoge
alrededor de la libación
secreta
de la metamorfosis en el
instante.
Dormido o despierto,
en tu vientre me entierro.