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Asegúrate la nobleza de la empresa, que por el fin de ella no se inmiscuya la pobreza de espíritu ni la prebenda ajena presta a tributar a la sociedad.
Rodéate de soledad sonora prendida sobre la ceniza desatada: recuerda que la humedad (desalmada y engrupida) sólo desdora la ojeriza (amotinada por desespero de despecho) sin llegar a aliviar la sed.
Bríndate de la Red que acecha desde Judea hasta envolverte al vacío en su target de estupidez protofacista: a primera vista, dista de los juegos gratuitos del CiberEspacio; mantente laxo y frío con una cínica sonrisa si no quieres ser arrojado por la cornisa.
Líbrate de encorsetadas etiquetas, nunca facilites tu identidad: con este propósito, asegura hasta la agujeta la promiscuidad paródica o, de lo contrario, acabarás con tu figura espasmódica abultando el depósito.