En lo trémulo de tu voz
podría cumplir
entera mi pena
de los días perdidos
a la sombra de tus pies.
Allá dónde los hombres
pidan algo de ti
requerirás trabajo duro
si se repara
nuestro final,
para trabajar los castigos
de tu amante,
ahí estaré yo.
Gritaré lleno de orgullo
a veces en sangre
y otras en sal
si conocerte
no es una pena
por la que matar.
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