Horario en forma de gotero, de medida precisa, supervisada por el estricto doctor con anotaciones, que comienzan en su frente y finalizan entre escalpelos.
Movimientos robotizados, pensamientos introducidos en código binario que no entienden de tríos y miradas que dejaron de penetrarse para producir quemadoras de tercer nivel. Dermis aplastada. La pieza no toma descanso en su estatismo, el silencio como premio.
No contesta a mis llamadas...
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