“Pues sí, tío, cada vez dura más la publicidad. Yo, por
ejemplo, para hacer el show de mi vida, tengo que tragarme siete horas cada
mañana de pura propaganda gubernamental. Cuando salgo, a eso de las tres, cojo la bici y retomo mis aventuras por donde las dejé a las ocho, pero a veces me pregunto si
valen la pena tantas interrupciones. Porque yo todavía no he visto un duro,
¿eh?”
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