Juego y distracción [Bocados Breves (LXXV)].
Conjugabas en condicional los caprichos dudosos de tu escasa moralidad: fingías tragedias o triunfos de guerra afligiendo a tu soldado con los dardos sadomasoquistas de tu neumático cuerpo imperial.
Desconocías por completo ese amuleto totémico llamado Don de Fluir tan parecido al atributo genial de la humildad: como toda mujer eras un animal descarnado de cabellos largos e ideas cortas.
Fuiste tan imbécil que al salir disparada del piso te irritaste con el trajín de Fuencarral y al cruzar sin mirar hacia la Glorieta de Quevedo aquel Mini acabó contigo.
Simplemente perfecto.
ResponderEliminar